Una de las preguntas que más hago en consulta a padres de niños mayores de ocho años es “¿qué responsabilidades tiene en casa?”
La respuesta más frecuente es “ninguna” – siempre expresada con una expresión entre perplejidad y vergüenza.
La segunda respuesta más frecuente es “recoge la mesa”, que en realidad significa “lleva SU plato hasta un punto cercano al fregadero” – el vaso rara vez va incluido en el paquete y todavía estoy esperando conocer algún niño coloque el plato dentro del friegaplatos.
Cuando hablo de la relación que he encontrado entre los niños que se hacen la cama y el sentimiento de responsabilidad personal y auto-estima lo que encuentro es:
- Una increíble proporción de niños que duermen en la litera superior y que les resulta “imposible” acceder a ella.
- Una asombrosa cantidad de padres que NO se hacen la cama.
- Una desproporcionada capacidad de excusarse en falta de tiempo (entre 3 y 5 minutos, que es lo que cuesta)
- Un limitadísimo número de niños que a esa edad se hacen la cama si quiera los fines de semana.
Cuando el que viene a consulta es un joven mayor de 14 años afectado por un estrepitoso fracaso escolar o un nivel de depresión que empieza a tener signos clínicos graves la respuesta a “¿qué responsabilidades tiene en casa?” la respuesta casi unánime es: “su única responsabilidad es estudiar”.
¡Pues la han fastidiado!. Esos padres han limitado toda la estrategia para desarrollar a un ser humano responsable (condición indispensable para poder decir que aspira a ser libre) a una única herramienta, y encima la más tediosa y la menos atractiva para un niño. Seamos honestos, pocos niños (tan pocos como adultos) entienden la relación entre lo que estudian, su vida cotidiana y sus opciones de un futuro halagüeño.
¿Solo con el estudio quieren que su hijo llegue a ser una persona responsable?. Eso es como pedir a un adulto que ejerza su responsabilidad ciudadana realizando únicamente la declaración de la renta y eximiéndole del pago del IVA en cada cosa que compra, liberándole de poner el papelito del estacionamiento vigilado, subvencionándole el 100% del IBI y permitiéndole que haga pis en cualquier esquina de la calle.
El resultado de esta lacra de padres sobreprotectores, ya-te-hago-yo-todo-que-no-tengo-tiempo-que-perder, o que-lo-haga-la-muchacha-que-para-eso-me-paso-el-día-trabajando y convencidos de que “el niño con estudiar ya hace todo lo que debe”, son generaciones de inútiles con el único objetivo de alcanzar el éxito académico (en el mejor de los casos) e incapaces de hacer la O con un canuto. Eso sí, con el first o el advanced bajo el brazo, que para eso han ido a un colegio bilingüe – lo que por otro lado es inevitable, ya que si un español quiere escolarizarse en su idioma materno hoy en día la única opción que tiene es irse a alguno de los Colegios Cervantes que el ministerio de educación y ciencia tiene repartidos por el mundo, porque en España la enseñanza en español – salvo en matemáticas, que en realidad constituye un idioma propio – ha desaparecido casi por completo.
Si una persona no desarrolla sus habilidades de “auto-cuidado” – hacerse la cama, limpiarse los zapatos, colocar su plato, su vaso, sus cubiertos en el friegaplatos (bien puestos, no donde caigan), recoger su cuarto, preparar su ropa para el día siguiente, etc. ¿cómo va a tener capacidad de cuidar a los demás?.
Se va a convertir en un egoísta asqueroso que cuando le pidas que haga algo por algún hermano te mirará con incredulidad y gracias a su falta de cultura no podrá decirte “¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?”.
Una gran proporción de la población infantil alcanzará la edad de emancipación sin haber roto un plato – no habrán colocado uno en su vida, aunque dirán que la cocina se les da bien (habría que probarlo), no por responsabilidad, sino por puro gusto – me apetece, me gusta – fruto la sobre abundancia de programas de “chefs” en la TV.
Les mandaremos al matrimonio – o a la cohabitación, que es lo que impera en estos tiempos – sin haber hecho nada por sí mismos – más que estudiar – y por supuesto sin haber hecho nada por ni un solo miembro de su familia.
¿Podrán asumir en esas condiciones la responsabilidad inherente a una convivencia? Ni en sueños. Miren las estadísticas de separaciones y divorcios actuales y verán a qué me refiero.
“Yo lo único que quiero es que mi hijo sea feliz”.
¡Pues dele un mínimo de responsabilidad señora!, que lo único que podemos decir de su hijo es que es muy mono, muy simpático y muy inútil. Que si le quita la tablet o el móvil de la mano no sabe qué hacer con su vida.
¡Por favor, den responsabilidades a sus hijos! Me estoy haciendo mayor, la vida pasa muy rápido y pronto voy a estar en manos de personas que van a tener que ocuparse de mí, de mi salud y de mi bienestar, y no quiero solo un buen profesional que sepa cambiarme el pañal o the diaper, quiero a alguien que lo haga no solo por un puñado de euros, quiero que lo haga alguien porque sabe que es su responsabilidad – es decir, como pleno ejercicio de su libertad – aunque ya no esté en su horario de trabajo -, porque es lo que sus padres le enseñaron a hacer desde que era pequeñito: cuídate tú, y cuando ya lo sepas hacer, cuida a los que están cerca de ti y cuando ellos estén cuidados cuida a tu vecino y luego a los necesitados de terceros países a los que jamás vas a conocer.
Padres asumir vuestra responsabilidad: ¡educar a vuestros hijos, darles responsabilidades!
Pelín radical, pero vamos, toda la razón. Tengo un hijo de 8 años y poco a poco vamos acordando entre nosotros (papá y mamá) y él cuáles son sus responsabilidades. A veces «se despista», pero no pasa nada, es cuestión de coger hábitos poco a poco y no dejarlo, y tener paciencia. Los niños e sienten bien cuando ganan en responsabilidad, ya que eso les da autonomía y confianza por parte de las personas que les rodean.
Qué alegría volver a leerte por aquí! Espero que estés muy bien.
Y, como siempre, cuánta razón tienes… No hay más que ver cómo se comportan los padres actuales en la convivencia para darnos cuenta del flaco servicio que les hicieron los suyos eximiéndoles de toda responsabilidad.
Mis hijos son muy pequeños (tres años, uno y medio y la que viene en camino, que a esos efectos no cuenta aún), pero aun así intento darles responsabilidades a su nivel. Nunca salen de su habitación sin haber recogido sus juguetes. La ropa sucia, al cesto de la ropa sucia. El plato, a la pila. El abrigo, colgado en su perchero nada más llegar a casa. Cuesta mucho más esfuerzo exigirles que hagan esas cosas que hacerlas tú mismo. Es mucho más fácil cuando entras en casa, con mil cosas que hacer, quitarle tú misma el abrigo y colgarlo (lo haces en diez segundos) que decirle que lo haga él: «Nicolás, cariño, quítate el abrigo y llévalo al perchero, por favor». Aunque no ponga ninguna pega, lo has de decir las veces que haga falta, porque a lo mejor por el camino se entretiene con otra cosa y se olvida, así que hay que insistir… «Venga, ¿lo has colgado ya? …. Cuélgalo de la cintita… ¡Muy bien, cariño!…» Y lo mismo es aplicable a todo lo demás… Cuesta muchísimo más esfuerzo, pero vale la pena para todos, sobre todo, creo yo, para ellos.
Pero es que al ser madre me he dado cuenta de una cosa: el día a día es mucho más complicado para nosotros cuanto más crecen y cuanto más les exiges. Y cada vez que les damos oportunidades de crecer, en cierto modo, nos complicamos la vida. Pero, ¿qué íbamos a hacer si no? Nuestra obligación es ayudarles a que crezcan, a que maduren. Y sin darles obligaciones, es imposible.
Gracias por la entrada! Ojalá te leamos de nuevo pronto por aquí!
Besos!
Ahora que me doy cuenta, me había perdido la entrada anterior! 🙂 ¡Qué alegría, doble ración! 😀
Me parece oportuno este comentario
La idea coexistente en generaciones pasadas y en gran parte de la sociedad y en determinados sectores sociales más …..
Fue que mis hijos tengan y disfruten lo que crecí …. este ha llegado a una dinámica de permisividad difícil de modificar en el momento actual.
Es costoso que padres actuales quieran imponer el modelo de auto disciplina y dominio de la voluntad en sus hijos pues ellos mismos son incapaces pues no tuvieron hábito ni la costumbre
Es bueno esta corriente de regeneración
No obstante queda la esperanza de que cuando están solos y no tenga la «mamá, mami, ma, o mamuchi» criada algo hagan en su propio favor
El mismo proceso regeneración debemos seguir con las llamadas «reglas de urbanidad»
Suerte en el empeño
Fantástico
De acuerdo en casi todo lo que dices, pero no puedo aguantarme las ganas de decir que podría haberse sustituido ese «¡Pues dele un mínimo de responsabilidad señora!» por algo más neutro, tipo «¡Pues dele un mínimo de responsabilidad, oiga!». Las señoras no somos las únicas a cargo de la educación de los peques, y quiero pensar que no hubiese puesto un «hombre» si la frase fuese para felicitar, en lugar de reprender.
Responsabilidad si, pero en todos los ámbitos.
Gracias por el artículo.