Los fantasmas del coronavirus

Doy por hecho que cualquiera que lea este post conoce el “Cuento de Navidad” de Charles Dickens.

Todos recordamos los tres fantasmas que se aparecen a Ebernezer Scrooge, el de las Navidades pasadas, el de la Navidad presente y el de las Navidades futuras, y cómo la visión de estos tres personajes consigue su conversión en una persona distinta a quién había sido hasta ese momento. Logran acercarle a la mejor versión posible de quién era Ebenezer Scrooge.

Llevo días con la sensación de que el Cuento de Navidad se está replicando en mi vida, y tengo la impresión de que está ocurriendo algo similar en muchas personas, aunque la escenografía se ha trasladado de la Navidad de 1843 al confinamiento por el coronavirus de 2020.

Nos llegan fantasmas, pero no uno cada noche, sino que van apareciendo a lo largo del día, haciendo guardia para recordarnos que debemos tomar decisiones, que en el pasado vivimos como como si todo nos viniera dado, que hoy apenas podemos elegir qué hacer y qué tener, pero que en el futuro habrá quienes se decidan a elegir como ser, en lugar de aceptar la vida como venga, como si nos fuera algo ajeno, impuesto.

El fantasma de los días pasados me lleva a momentos muy cercanos, no me trae recuerdos del año pasado, ni siquiera de hace meses, tan solo hace dos o tres semanas, cuando vivía dando por hecho todo: mi trabajo, mi seguridad económica, mi familia, mis amigos; el recuerdo de la comida que hace menos de un mes nos reunió a casi todos los hermanos …, y por supuesto daba por hecho la vida de los míos y la mía propia. Parecía que todo estaba garantizado. Todo estaba seguro. Vivía en la confianza de que nada podía cambiar …

Y ahora cada día me visitan los fantasmas del presente. Son muchos. Las noticias, los mensajes de whatsapp, los ojos de las personas que hacen la compra asomando sobre una máscarilla, los coches de policía, que parecen haberse multiplicado, los aplausos que vienen desde la calle y que me recuerdan que ya son las ocho …

Hay momentos en los que es inevitable tener un sentimiento de irrealidad, como si estuviéramos en medio de un sueño del que vamos a despertar de un momento a otro …

Y está el fantasma que vive con nosotros en casa, encerrado, y me dice … “aquí estás bien, tranquilo”.

Y los fantasmas del futuro. Son muchos, los hay catastrofistas y los hay optimistas. Hay fantasmas que me hablan de finales: el fin del capitalismo, el fin de la globalización, el fin de la libertad de movimientos, de la limitación drástica de comida, el regreso del racionamiento, algunos fantasmas hablan de guerras por la supervivencia, de un mundo sin ancianos, incluso del fin del mundo.

Y los hay que hablan de esperanza, de salir fortalecidos, de mayor solidaridad y de nuevas prioridades: familia, amigos, entrega, etc.

Lo cierto es que Ebenezer Scrooge después de tres noches recibiendo visitas de fantasmas logró una gran transformación, logró ser quien podía llegar a ser.

Pero la transformación de Ebenezer no se produjo por sentimentalismo, ni por miedo, o por obtener algún beneficio, su transformación, como toda transformación profunda y real, fue fruto de una comprensión sincera de quién había sido hasta ese momento, de quién quería ser realmente e, inevitablemente, de la DECISIÓN de serlo.

Hay quienes piensan que tras la visita del fantasma del coronavirus saldrán a la calle siendo diferentes, siendo mejores, y eso es positivo y es bueno, pero para que sea realista, para que la transformación se produzca más allá de su imaginación o de sus deseos debe existir la férrea decisión de cambiar, debemos concretar en qué y cómo vamos a mejorar y debemos comenzar HOY con esa transformación.

Si el fantasma del pasado te muestra lo duro que eras con tus compañeros, con tus hijos o con tu cónyuge; o si te hace ver que había muchas ocasiones en las que ibas a tu rollo, que tus miedos te llevaban a ser excesivamente individualista, o te das cuenta que le dabas importancia a cosas que hoy se te hace evidente que eran banales – el fútbol, el ahorro, ciertas formalidades, la práctica de algún deporte, el reconocimiento profesional, el buscar la aprobación ajena – y estás descubriendo la importancia de las relaciones personales … si esperas a que termine el confinamiento para cambiar no esperes alcanzar ser lo que hoy anhelas.

El ser humano tiene un poder muy limitado sobre sus rasgos de personalidad. El que era impulsivo antes de la cuarentena lo seguirá siendo después, el desordenado seguirá sin saber mantener orden, el extrovertido seguirá siendo capaz de relacionarse con cualquiera que se cruce … no vamos a lograr cambiar de personalidad, pero si podremos ser mucho mejores siendo nosotros mismos.

No estoy hablando de simples cambios de hábitos: hacer ejercicio todos los días, dejar de fumar, escribir un diario, etc. Estoy pensando en un cambio profundo de nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.

Pero para lograr ser quien nos gustaría ser debemos tomar la decisión de hacernos a nosotros mismos. Debemos reconocer nuestras limitaciones, buscar qué y cómo podemos mejorar y poner en acción desde HOY los medios para el cambio.

Cambiar es difícil, requiere objetivos claros, paciencia consigo mismo y perseverancia. Estamos en las mejores condiciones para lograrlo. Considera este tiempo un momento de entrenamiento, el ensayo general para salir al gran teatro del mundo y demostrar quién eres realmente.

Nada de hacer promesas, eso solo sirve para castigarte cuando fallas. Se trata de tomar decisiones, asumir el deseo y la intención firme de mejorar un aspecto concreto y poner en ello todo lo que esté en tu mano. Hoy, y mañana, y así hasta que te olvides de que un día comenzaste a hacerlo como fruto de una decisión consciente.

La verdad es que si tras las visitas de todos los fantasmas que nos acompañan estos días desaprovechamos los avisos que nos están dando y seguimos con los mismos errores que cometíamos antes de este confinamiento, este periodo de la historia y de nuestras vidas habrá sido solo una tragedia.

Debemos recordar la advertencia que nos dio el gran filósofo José Ortega y Gasset: «Es falso decir que en la vida deciden las circunstancias. Al contrario: las circunstancias son el dilema, siempre nuevo, ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter.»

Es tiempo de decidirse y de actuar. No esperes al fin del confinamiento, no esperes a mañana, no vaya a ser que te conviertas tú en el fantasma cuya única posibilidad sea alarmar a los demás de la necesidad de cambiar.

Y repitiendo las últimas palabras que escribió Charles Dickens en su Cuento de Navidad: “Y así, como dijo Tiny Tim «que Dios nos bendiga, ¡a todos!»”.

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3 respuestas a Los fantasmas del coronavirus

  1. Socorro Moreno dijo:

    No podías haberlo explicado mejor. Gracias, Nacho.

  2. Luis+ dijo:

    Bien Nacho, muy bien!
    Luis+

  3. Miriam dijo:

    Enhorabuena por el post! Me ha gustado mucho la reflexión… realmente es una buena oportunidad para mirar dentro de nosotros mismos y “hacer limpieza “… quedarnos con aquello que nos hace sentir bien y librarnos de aquello que lleva mucho con nosotros pero que ya no nos sirve (sea porque está pasado de moda, porque nunca nos sentó bien y es ahora cuando nos damos cuenta o simplemente porque es justo en este momento cuando nos damos cuenta de que cuando alguien nos decían que no le gustaba esa parte de nosotros realmente tenían algo de razón).
    Ánimo a todos para salir “nuevos” de esta situación

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