La calidad de nuestro sistema educativo – 1ª parte.

No lo he comprobado, pero me da en la nariz de que si preguntara a las próximas 100 personas que me cruzara en el camino «¿cómo valora la calidad de nuestro sistema de enseñanza?», la mayoría pondrían el nivel entre «malo» y «muy malo». Quizás, dependiendo de los conocimientos y la honestidad de los entrevistados, debería abundar también la categoría de «no sabe, no contesta»; pero me atrevo a apuntar que serían pocas las respuestas que lo consideran «bueno» o «muy bueno».

Si además les pidiera que justificaran su respuesta estoy seguro de que abundarían las alusiones a los informes PISA, que periódicamente exhiben nuestras vergüenzas, y también a aquello que llamamos «en mis tiempos». Estoy seguro de que habría alusiones a la autoridad de los docentes y … poco más.

Pero creo que si preguntara: «¿cuáles son las tres principales causas que subyacen a esta situación?», sería dificilísimo encontrar respuestas concretas, tangibles y mensurables.

Soy de los que en mi particular encuesta diría que la calidad de nuestro sistema de enseñanza es malo, pero también creo que para la mayoría de las personas esta opinión esta más basada en lo que han oído en alguna tertulia radiofónica o en una noticia de algún telediario, que en su experiencia cercana, o en su conocimiento objetivo.

La enseñanza se ha convertido en el saco de boxeo al que cualquiera lanza dos puñetazos mal dados y se queda tan contento ya que no solo nadie le contesta, sino que obtiene el aplauso del respetable, quizás tan ignorante sobre el tema como él.

Pues bien, por no caer en el error al que me he referido mencionaré tres de los problemas más graves que considero subyacen a nuestro sistema de enseñanza:

1) Tiene como objetivo primario que el alumno apruebe (objetivo a corto plazo), no que el alumno aprenda (objetivo a largo plazo).

2) Está basado en un tratamiento estandarizado de todos los alumnos, mostrando una rigidez patológica que le impide adaptarse a sus diferencias individuales.

3)  Parte de una visión cada vez más pretendidamente pragmática de la enseñanza – «prepararles para el mercado laboral», lo que está llevando, por ejemplo, a considerar la enseñanza del idioma inglés como medida principal de la calidad de un colegio, cuando en realidad falla estrepitosamente en desarrollar vocaciones, que son la auténtica base del éxito laboral.

Dicho esto, me parecería terriblemente injusto poner aquí el punto y final. No soy capaz de plantar esta crítica sin hacer referencia a uno de los aspectos que con frecuencia son absolutamente ignorados en las conversaciones sobre enseñanza.

A pesar de las enormes deficiencias de nuestro sistema, sigue contando -y probablemente gracias a ello mantiene el nivel -, con un altísimo número de profesionales que se dejan cada día la piel en las aulas. Profesores que son merecedores de ser llamados maestros, quienes luchan cada día por dar lo mejor de sí y de facilitar que cada uno de sus alumnos alcance el nivel más alto posible.

Son personas que desarrollan su labor en medio de un sistema anómalamente inflexible, donde los padres a menudo han dejado de conferirles la autoridad debida, los alumnos no han logrado otorgarles el merecido respeto y la sociedad en general los ha relegado al escalafón más bajo del mercado laboral. Y en estas circunstancias siguen adelante conscientes de que nadie como ellos puede contribuir a mejorar el futuro. A ellos, a esos grandes maestros, gracias.

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2 respuestas a La calidad de nuestro sistema educativo – 1ª parte.

  1. Alicia dijo:

    Gracias Nacho. Un buen escrito. Claro y conciso. Me encantaría algún post sobre cómo desarrollar las vocaciones, incluso como descubrirlas. Aunque algunos niños destacan enseguida por un «don» o una habilidad incluso varias, en otros no es tan fácil descubrirla…¿Nos das alguna pista sobre este tema? ¡¡Feliz año dos mil Crece!!

    • Hola Alicia,

      Gracias por tu pregunta. Creo que para poder desarrollar las vocaciones el gran secreto es el ejemplo, no en vano muchos jóvenes siguen la vocación que han visto en casa. Resulta fundamental que los profesores muestren su pasión por la materia que están enseñando. Siempre he considerado necesario que al comenzar cada tema, independientemente de la asignatura, cada profesor explique qué le gusta de ese tema y porqué, qué le sugiere y, muy especialmente, qué relación tiene ese tema con la vida actual. Creo que uno de los grandes problemas de los jóvenes es que no son capaces de relacionar lo que están estudiando con sus vidas, y eso les hace pensar que carece de sentido, lo cual es una auténtica lastima. Los profesores son los que pueden romper esta situación. A veces hay profesores que no son capaces de responder a las preguntas que he planteado, en ese caso es muy difícil que consigan transmitir algo más que un simple grupo de conocimientos … más o menos inconexos. Espero haber respondido a tu pregunta. Gracias por seguir el blog. Nacho

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