Oración de acompañamiento a Jesús en su entrega del Jueves y el Viernes Santo.
Quinta entrega. Casa de Anás. Jesús entrega su perdón a Pedro.
“El Señor, volviéndose, miró a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante el gallo me negarás tres veces»”. (Lc 22, 61).
Pedro cumplió tu palabra. “¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!” (Pregón Pascual del Sábado Santo). ¡Gracias Pedro!, arrancaste del Señor la mirada de perdón.
Esa noche hacía frío pero el único que busca el calor del fuego era Pedro. El Corazón de Jesús estaba encendido por amor a los hombres. El corazón de los del sanedrín ardía de odio. Pero Pedro estaba encerrado en sí mismo, en su egoísmo. Estaba atento a sí mismo, ¡qué frío!
Todos reconocen a Pedro, le han visto tantas veces con Jesús, siempre ahí, a su lado. Pero ahora le niega. También todos me conocen. Siempre en la parroquia, todos los domingos en Misa, en todos los saraos místicos, pero cuando llega la hora de la pasión … cuando llega el momento de la entrega … cuando creo que nadie me conoce …
Más tarde Jesús suplicará el perdón del Padre por los que no saben lo que hacen, pero tú sí sabías lo que hacías ¿verdad Pedro?, Él te lo había avisado. ¡Te entiendo tan bien! ¿Tres veces? ¡Incontables las veces que yo le he negado!, ¡incontables!
El Señor mira a Pedro, como me mira a mí cada vez que le niego. Pero no juzga, no nos juzga. “Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él” (Jn 3, 17); El Señor no juzga, no condena. Jesús perdona. Con solo una mirada Jesús salva.
Señor, ¡enséñame a mirar sin juzgar!, ¡enséñame a no condenar! Jesús, si tan solo supiera perdonar …
“Y, saliendo afuera, lloró amargamente” (Lc, 22, 62). ¿Cómo no llorar? Lágrimas de vergüenza. Ese será el dolor por mi pecado, porque la culpa, la expiación ha caído entera sobre tu carne. Entregas tu cuerpo para que yo solo tenga que pedir perdón.
Ahora me entregas tu mirada. Entregas tu perdón.