El sentido de la vida

Cuando era un jovencísimo estudiante de psicología, no alcanzaba todavía los 21 años, tuve el privilegio de asistir a una serie de conferencias impartidas por el doctor Mariano Yela, considerado uno de los padres de la psicología académica en España. De sus conferencias magistrales sobre el desarrollo de la persona me quedó muy marcada una frase: “Lo más importante que debemos enseñar a nuestros hijos es que la vida, bajo cualquier circunstancia, merece la pena”. Lo recalcó en varias ocasiones.

Es una frase a la que he recurrido en numerosas ocasiones. Tanto para uso personal como profesional.

Sin embargo aprovechando la reflexión a la que la soledad inevitablemente nos lleva, en uno de mis retiros emocionales me atreví a cuestionarla. ¿Realmente mi vida merece la pena? ¿Merezco la pena?.

Personalmente, la respuesta es inevitablemente NO.

Ahora bien, una cuestión es establecer una reflexión y otra muy distinta es extraer una conclusión equivocada: la muerte puede esperar.

Mi vivir por vivir, mi ser, per se, yo, no merezco la pena.

La vida junto a mi mujer, sin duda ninguna, ¡eso sí que merece la pena!. Una y mil veces. Ella sí que hace que mi vivir sea algo que, “bajo cualquier circunstancia”, merezca la pena. Como nos recordó el gran maestro, el doctor Vicktor Frankl, el amor es lo único capaz de dar sentido a la vida, y basta el pensamiento de que a quien amamos puede estar vivo en algún lugar, esperándonos, para dar pleno sentido a la vida.

Y cada uno de mis cuatro hijos. Cada uno por razones muy distintas, todas necesarias, cada uno de ellos completando una pieza del puzle de mi vida, ¡sin duda todos ellos hacen que mi vivir merezca la pena!. Solo uno de ellos ya hubiera llenado de sentido mi existir, así que los cuatro me ofrecen sentido para cuatro vidas.

Los niños para los que trabajo, todos y cada uno de mis pacientes, su esperanza, su potencial, su futuro llena de sentido mi día, desde la mañana hasta la noche. Cada vez que abro la puerta para ir a recibir a uno de ellos es una renovación del sentido de vivir. A veces, cuando los pasos a dar en sus vidas no aparecen como evidentes, cuando las respuestas a las siempre pertinentes preguntas de sus padres escapan a mi conocimiento y a mi experiencia, pesa enormemente eso que Milan Kundera supo poner un nombre tan preciso:  “la insoportable levedad del ser”.

En definitiva, esa la conclusión a la que llegué: por mí mismo soy irrelevante.

Vivir tiene sentido por (algunos de) los demás, no por uno mismo.

¡Qué razón tenía el Dr. Yela! La vida siempre merece la pena.

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4 respuestas a El sentido de la vida

  1. Isabel dijo:

    Bueno, si tu vida sólo tiene sentido si amas y un día tienes alzheimer o cualquier enfermedad que te haga perder la cabeza y te imposibilite dar nada a los demás y sólo recibir, ese día ¿ya no tendrá sentido tu vida? Esta puede ser una razón para los que defienden la eutanasia.
    De alguna manera, o nuestra vida tiene sentido siempre, sean cuales sean nuestras circunstancias, incluso aunque nos dedicáramos al tráfico de personas y fuéramos de lo más abyecto, incluso aunque fuéramos una de las personas con las que se trafica, o no lo tiene nunca.
    Comparto que es muy bueno reconocer todas las cosas buenas que tenemos en nuestra vida, agradecerlas como el don que son, y si estos dones son personas, amarlas, que es la única relación posible si queremos ser humanos. Pero hay un sentido de vida último que es que somos amados incondicionalmente. No somos fruto del azar. No somos únicamente fruto de procesos biológicos. Eso también, pero fundamentalmente somos amados sin condiciones. Y si esto no fuera así todo sería un bluf.
    Cuando se está cerca de la desesperación es el único fundamento inamovible de la esperanza.

  2. jfcalderero dijo:

    Estimado Nacho Calderón:
    Me encantaría poder desarrollar con detalle mi opinión sobre las dos conclusiones:
    – «En definitiva, esa la conclusión a la que llegué: por mí mismo soy irrelevante».
    – «Vivir tiene sentido por (algunos de) los demás, no por uno mismo».
    pero me esperan otros compromisos.
    Solamente puedo decir, con todo afecto, que estoy en total desacuerdo con ambas. Personalmente considero que:
    a) Nadie, nunca, es irrelevante; cada ser humano tiene un enorme valor, aunque el propio interesado no sea capaz de percibirlo.
    b) Vivir tiene sentido (al margen de mi/nuestra percepción) en sí mismo, no solo por los demás.
    c) ¿Algunos de? ¡TODOS Y CADA UNO!
    Saludos muy cordiales,
    @JFCalderero.

  3. Oscar Murillo Gonzalez dijo:

    Muy bellos pensamientos. En el sentido religioso , cuando Dios hizo , y continua haciendo, al hombre ycreo todo lo existente dijo: y vio Dios que todo era bueno» , entonces estemos como estemos, seamos lo que seamos, vale la pena para Dios. En tiene contados hasta los cabellos de nuestra cabeza, y tanto calemos individualmente que nos dio a su unico hijo para que nos redimiera.
    Todo esto lo se, pero cuando veo a mis nietos con capacidades diferentes, cuando veo a mis hijos que son sus papas, batallo enormemente para no cuestionar los designios de Dios Nueztro Señor.
    Hace unos dias, a traves de la homilia de un sacerdote Dios me envio una pequeña oracion : Señor cierra las puertas que quieras cerrarme, abre las puertas que quieras abrirme, solo te pido me ayudes a hacer de tu voluntad el centro de mi vida.

    Por otra parte, despues de estar desauciado por mi enfermedad de Crohnn, intestino permeable, tinitus, dolores casi insoportables en piernas, rodillas y pies, falta de mielina, alto colesterol, etc, etc, dejando de ingerir granos, huevo, lacteos y todo lo que hacia reaccionar los anticuerpos que habia formado, gracias a Dios vivo sin dolores, trabajo, viajo etc. Dejar los granos, TODOS, cambia la vida. He conocido casos en los que personas autistas dejan de «autistear» simplemente dejando de comer granos y comidas industrializadas. Es increible pero hasta las medicinas contienen granos o algun subproducto de granos.

  4. Andrés dijo:

    Me parece un planteamiento profundamente dañino para el ser humano y la sociedad. Además el texto está construido por opiniones presentadas como hechos y que además son falsas, como por ejemplo: «El amor es lo único capaz de dar sentido a la vida». Es una manera reduccionista de pensar y argumentar. Le recomiendo que se replantee el texto y pueda detectar los errores argumentales y las generalizaciones no válidas. Le deseo que encuentro su propio valor y su propio sentido de la vida al margen de la gran felicidad y sentido que proporciona el ser amado y amar. Un saludo

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