Educar en la fe

La semana pasada fue emocionalmente muy intensa para cualquiera que tenga una mínima sensibilidad. El accidente ferroviario de Santiago de Compostela nos recordó de manera cruel y brutal la fragilidad de cada una de nuestras vidas, mientras que al otro lado del mundo cientos de miles de jóvenes se reunían para escuchar un mensaje viejo, viejo, viejo – un mensaje que tiene dos mil años – transmitido por un hombre de 76 años, que cuenta con la energía de cualquiera de los chavales que le escuchaban.

Ese anciano les dijo:

«Hoy, todos los días, pero hoy de manera especial, Jesús siembra. Cuando aceptamos la Palabra de Dios, entonces somos el Campo de la Fe. Por favor, dejen que Dios y su Palabra, entren en su vida. Dejen entrar la simiente de la Palabra de Dios. Dejen que germine, dejen que crezca. ¡Dios hace todo, pero ustedes déjenlo hacer! Dejen que Él trabaje en ese crecimiento.»

¿Porqué no dejamos a Dios actuar en nuestras vidas?. El tema es demasiado amplio. Me ceñiré al aspecto que concierne a este blog: educación y familia.

Cada vez son más familias que creen que DA IGUAL: da igual confesarse que no hacerlo. Da igual comulgar que no hacerlo. Da igual rezar que pedir a alguien que tiene Fe que rece por nosotros.  Da igual hablar a nuestros hijos de Dios que no hacerlo. Da igual que crean o que no.

La libertad, en su vertiente más superficial, tiene que ver con la capacidad de elección. Elegir una opción frente a otra. Pero cuando a un niño no le educamos en la Fe, cuando no vivimos con él la Fe, no le permitimos elegir. Cuando a un niño no le decimos que es amado por Dios, no le dejamos optar por Él.

Y lo cierto es que NO DA IGUAL. No da igual confesarse que no hacerlo. No da igual comulgar que no hacerlo. No da igual rezar todos los días, que sólo cuando nos vemos agobiados. No da igual.

Es lógico que quien no cree diga que «da igual». Incluso es coherente que quien creyendo no practica diga «da igual». Vive como realmente piensa. Si no lo hiciera sufriría lo indecible.

Lo que no es coherente es que quien practica, viva como si no creyera. Eso es realmente grave. No podemos seguir yendo a Misa los domingos, pero dejando la formación de nuestros hijos en la Fe exclusivamente en manos de los colegios o de la parroquia.

Debemos enseñar a nuestros hijos que la Fe es vida. No es una actividad extraescolar, no es un rato. Es vida.

Son muchos los que afirman que creen, pero que no creen en la Iglesia o en los curas. Al final esto les ha separado de Dios. Y estos días de la JMJ me preguntaba, ¿qué hace la Iglesia?, ¿Para qué sirve la Iglesia?.

Al llegar a Brasil, el Papa Francisco dijo: «No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo».

Ha tenido que venir este viejecillo, recorrer medio mundo para decirnos, en realidad para recordarnos, que «El Señor les necesita». No se trata de nosotros. Se trata de Él. Se trata de que permitamos a nuestros hijos conocer, tratar y amar al autor de la Vida.

La vida no es igual para el que vive la Fe que para quien vive ajeno a ella. Si queremos hacer a nuestros hijos libres para elegir debemos, al menos, acercarles al Señor.

En la vigilia del sábado el Papa concretó «los entrenamientos para seguir a Jesús: la oración, los sacramentos y la ayuda a los demás». Esto es lo que la Iglesia, en la persona de su primado, nos ofrece: oración, sacramentos y ayuda a los demás.

¿Errores? Sin duda la Iglesia ha cometido, comete y cometerá errores, pero no podemos utilizar los errores, ni siquiera los defectos y las incoherencias de los demás para justificar la conducta propia.

¿Qué deseamos para nuestros hijos?, si deseamos que sean libres debemos permitirles elegir – no cualquier cosa, no entre lo bueno y lo malo -, no tendría sentido acercarles al tabaco o al alcohol para que «puedan elegir», no caigamos en esa trampa, lo malo nunca te deja elegir, te atrapa y te hace su esclavo. Hablo de elegir entre vivir exclusivamente la vida terrena, que no es mala, y vivir de cara a la vida eterna. Elegir entre una vida de 87 años o una vida sin fin.

Y no quiero decir quien no cree no tendrá vida eterna. Pero digo que el que cree, comienza a disfrutarla desde YA.

Eso es lo que quiero para mis hijos. Que la disfruten desde YA. Y recuerdo la frase que el Dr. Juan Antonio Vallejo Nájera contestó al periodista Jesús Hermida cuándo, sabiendo que le quedaban pocos meses de vida, le preguntó: «Usted ha dicho que es creyente. ¿qué ocurriría si al morir comprueba que nada de aquello en lo que cree es cierto?». Su respuesta fue tajante: «Que me quiten lo bailao«.

Vivir y transmitir la fe. De eso se trata. Hacerlo o no hacerlo, no da igual.

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3 respuestas a Educar en la fe

  1. M. Carmen López molina dijo:

    Muchas gracias por el bien q me ha hecho leerlo.

  2. Pilar dijo:

    De todos los textos ha sido el que menos me ha gustado, ¿lo ha escrito un sacerdote?

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