Recuerdo que cuando era niño había en el pasillo de mi casa un marco con un poema. Como en cualquier caso, en cualquier casa, no se habla de los cuadros que hay en la pared. Simplemente están. Ese marco llevaba allí muchos años antes de que yo naciera y estuvo allí hasta el día que con todos los demás muebles cambio de casa y de pared.
Nadie me dijo jamás que debía leerlo. Nadie se lo dijo a ninguno de mis hermanos. Sencillamente estaba. Ese poema fue una de las herramientas más útiles que utilizaron mis padres en nuestra educación. Sin que nadie nos lo pidiera, todos nos lo sabíamos de memoria y todos podemos, gracias a ese poema, apreciar, encuadrar y comprender mejor el ejemplo diario que nuestros padres nos dieron. Ellos nos educaron, el poema nos ayudó, sencillamente, a apreciar mejor lo que estaban haciendo.
Hoy ese poema está colgado en la pared de mi despacho. Es muy conocido por muchos, pero creo que a los que no lo conocen puede serles de gran ayuda. Basta con colgarlo en la pared e intentar vivir a la altura de sus palabras.
«Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila, cuando todo a tu lado es cabeza perdida. Si tienes en ti mismo una fe que te niegan, y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan. Si esperas, en tu puesto, sin fatiga en la espera; si engañado no engañas; si no buscas más odio, que el odio que te tengan … Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres;; Si, al hablar, no exageras lo que sabes y quieres. Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo; si piensas y rechazas lo que piensas en vano. Si tropiezas al Triunfo, si llega tu Derrota, y a los dos impostores les tratas de igual forma. Si logras que se sepa la Verdad que has hablado a pesar de sofisma del Orbe encallado. Si vuelves al comienzo de la obra perdida aunque esa obra sea la de toda tu vida. Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría, tus ganancias de siempre a la suerte de un día; y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era. Si logras que tus nervios y tu corazón te asistan, aún después de su fuga de tu cuerpo en fatiga; y se agarren contigo cuando no queda nada porque tú lo deseas y lo quieres y mandas. Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud. Si marchas junto a Reyes con tu paso y tu luz. Si nadie, que te hiera, llega a hacerte la herida. Si todos te reclaman y ninguno te precisa. Si llenas el minuto inolvidable y cierto de sesenta segundos que te lleven al cielo … Todo lo de esta Tierra será de tu dominio; y mucho más aún: serás Hombre, hijo mío.» Rudyard Kipling
Enormes gracias por tu blog. Gran trabajo. Esperaremos impacientes a que vuelva!
Hay otro texto muy bonito (pero apócrifo) que me gusta, se llama Desiderata.
Gracias,
Jorge Merladet