Tiempo de exámenes

Miércoles 25 de septiembre de 2013, tercera semana de clase, primer examen de ciencias sociales en 1º de la E.S.O. (7º curso, 12 años). 11:55, la profesora da la instrucción:

«Ha terminado el tiempo. Las últimas de cada fila que recojan los exámenes». Sin embargo una de las alumnas tiene más información que transmitir y se queda el examen. Apura hasta el que ella consideraba último segundo y entrega el examen a la profesora.

«El tiempo ha terminado. Tienes un cero»

«No por favor, por favor», ruega la alumna, «recójame el examen, por favor».

«Vale, te lo recojo», la profesora toma el examen en su mano, lo rompe en cuatro trozos y puntualiza «pero tienes un cero».

Disculpen mi simpleza pero sencillamente no lo entiendo.

Hasta donde sé, los exámenes tienen un único objetivo: constatar el nivel de conocimientos que un alumno ha alcanzado en una determinada materia. No sé qué otro objetivo pueden tener.

Durante la carrera (psicología) nos insistieron hasta la saciedad que los test debían tener dos características: validez y fiabilidad. Hoy dejaremos la fiabilidad de lado. La validez significa que el test realmente mide aquella variable para la que ha sido diseñado. Es decir, si el instrumento en cuestión es una balanza, que mida el peso real de los objetos. Algunos tenderos solían alterar sus balanzas  para que indicaran un mayor peso, y así cobrar más. Alteraban su validez.

Los exámenes deben estar diseñados para medir con la máxima exactitud posible el nivel de conocimientos adquiridos por los alumnos. Esa sería su validez. Si es así, ¿qué aporta la variable «tiempo»?

¿Es más válido un examen hecho «contra reloj» que uno «sin tiempo límite»?

La variable tiempo añade estrés al alumno. Nervios, que MUY probablemente interfieren en la capacidad de una gran cantidad de alumnos en demostrar su nivel de conocimientos.

De tal forma que podemos concluir que establecer un tiempo límite interfiere con la capacidad de MUCHOS alumnos de demostrar sus conocimientos, y por tanto RESTA VALIDEZ A LA PRUEBA.

Es decir los exámenes hechos contra el cronómetro (la inmensa mayoría de los exámenes se hacen así) no miden los conocimientos del alumno, sino su capacidad para expresar los conocimientos bajo condiciones de estrés.  ¿Era ese su objetivo?.

Yo sólo he tenido el privilegio de ser profesor en un centro universitario (ser profesor en la universidad es fácil, los alumnos ya saben, mal que bien, leer y escribir. Cuanto más pequeños son los alumnos muchísimo más difícil se hace la tarea del docente). Cuando tuve que hacer exámenes – obligado por el decanato – me aseguré de que me daban la última hora del día, para que mis alumnos no tuvieran que ir después a ninguna otra clase ni examen.

Mis exámenes eran sin límite temporal. Podían tardar cuanto quisieran. Yo sólo quería saber lo que habían aprendido, sin factor temporal que pudiera estresarles. Un alumno tuvo a bien estar cuatro horas (4) frente al examen – sus compañeros habían entregado la prueba en menos de una hora. Naturalmente me dio tiempo a corregir el resto de los exámenes. El alumno en cuestión suspendió la prueba – pero no fue por falta de tiempo.

Mientras los exámenes sigan siendo «contra reloj», su validez queda en entredicho.

Aunque yo no sea profesor, permítanme un consejo para facilitar que los exámenes cumplan con su función:

Diseñe exámenes que un alumno promedio pueda completar en dos tercios de la duración de su clase (si la clase dura 60 minutos, que puedan contestarlo en 40 minutos; si la clase dura 50 minutos que puedan hacerlo en 30 minutos). ¿Quién es alumno promedio? La mayor parte de sus alumnos: si tiene 30 alumnos en clase que alrededor de 20 alumnos deberían ser capaces de contestar al examen en ese tiempo. Seguro que hay de 4 a 6 alumnos que, por sabérselo magníficamente bien o por no saber lo suficiente del tema, tardarán algo menos; mientras que habrá alumnos, otros 4 o 6, que por su modo de procesar la información necesitarán más del tiempo promedio – no hay problema, usted ya se lo ha concedido al diseñar el examen.

Entre 30 y 40 minutos son más que suficientes para saber cuánto sabe un alumno sobre un tema, y es un tiempo más que prudencial para que su alumno complete la tarea de manera óptima. Si los alumnos promedio tardan más tiempo es probable que sus cerebros no rindan como usted necesita para cubrir su objetivo con la necesaria validez. Si la mayoría de sus alumnos tardan más de 40 minutos en contestar sus exámenes debería revisar el diseño de los mismos, es muy probable que pueda mejorarlo.

Hay profesores, que no leen este blog, que no sólo deberían revisar el diseño, sino también su objetivo. Es decir, los hay que diseñan exámenes NO con el objetivo de ver cuánto han aprendido sus alumnos, sino con el objetivo de ver qué NO han aprendido. Como dicen los jóvenes: van a pillar. Son profesores que se enorgullecen de que ningún alumno suyo sea capaz de obtener un 10, por no referirnos a esos profesores, habitualmente universitarios, que se consideran un referente porque la mayoría de sus alumnos suspende. Es una lastima que a esas personas se les tenga que llamar también «profesor», es una palabra demasiado rica y demasiado profunda. Les viene grande. Muy grande.

Otra idea, para que sus alumnos puedan demostrar qué han aprendido es incluir siempre la siguiente pregunta: Escribe todo lo que sepas sobre aquella parte del tema que más te haya gustado o mejor te hayas preparado. Asigne 2 puntos a dicha pregunta (si puntúa sobre 10) o 20 puntos si puntúa sobre 100.

Si estas ideas no son de su agrado, o si no ve posible llevarlas a cabo, hay otras formas de que la variable tiempo incida menos en el resultado de los exámenes – reduzca validez a la prueba -, aunque considero que son más «parches» que soluciones:

1) Haga los exámenes sin límite temporal.

2) Valore y puntúe únicamente la respuestas que el alumno ha tenido tiempo de contestar.

3) Permita que el alumno que no ha tenido tiempo de terminar, complete el examen durante el recreo, o durante otra clase, con usted en el despacho.

Y en cualquier caso, si un alumno le pide más tiempo para completar su examen, entiéndalo como un halago: ha aprendido tanto gracias a usted, que necesita mucho tiempo para poder plasmarlo todo, pero por favor, NO QUITE  el examen a un alumno mientras está escribiendo, ni mucho menos se le ocurra romperlo. Estoy seguro que si valora en algo ser profesor, no quiere que nadie pueda recordarle por ello.

Esta entrada fue publicada en Colegio, Educación, enseñanza, exámenes. Guarda el enlace permanente.

6 respuestas a Tiempo de exámenes

  1. Cartagenana dijo:

    Magnífico!!

  2. JCrey dijo:

    Si, si, si!!! eres un genio!!!. Yo no tengo el problema del tiempo en mis examenes, porque mis chavales me lo entregan a los 10 minutos en blanco, jajaja. Pero este año ha habido uno que siempre me pedía más tiempo, y me comía los 20 minutos de recreo, y para que mentir, a mi me dolía porque me apetecía tomarme una cocacola y unas patatillas.

    La mayoría de las veces nos gustaría que acabaran a la hora los exámenes por egoismo, por comodidad, para tomarnos algo en el recreo o por llegar pronto a casa. a los que nos gusta ser profesores y hablar mucho, los exámenes son un rollo, porque estamos callados, pendiente de que no te copien y estamos deseando que nos den el examen.

    En el penúltimo examen del curso pasado hice algo especial, una locura, rece un rosario, despacito, meditando cada misterio, y el último misterio, les dije: «este misterio del rosario lo rezo por vosotros, y voy a cerrar los ojos, son 1 padre nuestro, 10 ave marías y un gloria, más o menos 5 minutos, podéis abrir los libros». Fue increible!!!

    En el último examen de recuperación me pidieron todos que rezará, jajajaja.

  3. Lara dijo:

    He sido estudiante la mayor parte de mi vida, hasta los 26 años, siempre con los exámenes por delante…… no puedo estar más de acuerdo…… nunca llegué a comprender por qué en la universidad se veía como algo positivo que un profesor tuviera un 90% de suspensos en su asignatura. ¿Que exige mucho? …… más bien que no sabe hacer llegar la información correctamente a sus alumnos, pienso yo.
    Humanizar la enseñanza es una asignatura pendiente.
    Gracias 🙂

  4. Silvia Durá dijo:

    La obediencia y la sumisión a las órdenes, eso es lo que muchos profesores valoran por encima de la finalidad principal de los exámenes. De ahí que esa profesora actuase de esa forma. Así nos va.

  5. Hola Nacho, la verdad que lo comentas de la profesora no está nada bien. Y lo que aportas sobre los exámenes está fenomenal. En el tema de la evaluación hay muchos males, te podría contar muchos (que seguro ya sabes) pero bueno, no le voy a hacer propaganda a los profes que suman en educación.
    No doy clase porque trabajo como orientador en un centro público de Infantil y Primaria, pero me sorprende la cantidad de exámenes que hacen los chicos. No sé qué porcentaje de las horas lectivas se dedican a exámenes y cuántas horas dedican los profesores a corregir. Y al final todo el mundo aprueba, al menos en Primaria ¿¡!?
    Luego también hay profes buenos como JCrey o como muchos que la respuesta a la primera pregunta está en el enunciado de la tercera.
    Gracias de verdad por estas entradas que nos hacen pensar a todos.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s