La autoestima en los niños

Una de las mayores preocupaciones de los padres es la autoestima de los hijos. Es una preocupación nueva, cuando yo era niño los padres no sabían que «eso» existía, lo cual no quiere decir que sea «un invento» de los psicólogos. Más bien yo diría que es un descubrimiento.

La autoestima es un término que todos los padres manejamos bastante adecuadamente. Lo que probablemente no saben la mayoría de las personas es qué influye en ella, cómo desarrollar la autoestima.

La autoestima, que como la misma palabra indica hace referencia al valor que me concedo a mí mismo depende básicamente de dos factores.

El primero, curiosamente, no depende de mi mismo, depende de los demás. La autoestima, tanto en niños como en adultos, depende de qué opinión tienen los demás de mi – o al menos qué opinión creo yo que tienen de mí.

En este sentido la raíz «auto» es un poco paradójica. A los adultos, al menos a los mejor armados emocionalmente, puede importarles poco lo que opinen los demás, pero para un niño es fundamental. Al principio les importa lo que opinan sus padres y sus hermanos y conforme van creciendo van abriendo su campo social a otras personas de interés, profesores y compañeros de clase, principalmente.

Usted dirá: «¿Y qué van a pensar unos padres de su hijo?, pues que es maravilloso ¿no?».

Estoy seguro de que eso es cierto. Todos pensamos maravillas de nuestros hijos. Pero saber que son lo mejor que nos ha ocurrido en la vida no es incompatible con que les demos mensajes completamente contradictorios:

«¡Qué pesada eres!»

«¡No hay quien te soporte!»

«¡Todo el día llorando!, ¡eres un llorica!»

«¡¿Eres tonto?!»

Estos mensajes van calando, poquito a poquito (en el mejor de los casos) o a borbollones en el caso de padres menos cuidadosos.

Y conforme se van asentando en el niño van haciendo dudar de qué pensamos nosotros de ellos. Mejor dicho. Les va confirmando que la opinión que tenemos de ellos es bastante negativa.

«¡Pero eso no es cierto!, yo tengo la mejor opinión de mi hijo, lo único es que le tengo que corregir»

Ya sé que no es cierto. Más aún. La mayor verdad del amor de unos padres (sanos emocionalmente) hacia sus hijos es que da igual que sean pesados, llorones, desordenados, gritones o incluso tontos. Les queremos absolutamente del todo. Incondicionalmente.

(Recuerde que cualquier tipo de condicionamiento es completamente incompatible con el amor).

Lo malo es que el mensaje que reciben, a menudo, es bastante duro. Imagine cómo se sentiría si en su oficina su jefe, o la persona de referencia más importante en su trabajo, le hablara y le dijera las cosas que usted dijo el último sábado a su hijo. ¿Cómo se sentiría usted?. Pues eso. Y no es que por decirle esas cosas signifique que le quieran despedir. Tan sólo pretendía que mejorara su eficacia.

Ojo, no pretendo trasladar la idea de que la mayoría de los padres estamos traumatizando a nuestros hijos. Ni mucho menos. Tan solo quiero recalcar que podemos hacerlo mejor, yo el primero. Y que si cuidamos un poquito cómo les decimos las cosas, ayudaríamos a que su autoestima fuera más cercana a la realidad. Para ahondar más en este tema les puede ayudar ver otro post de este mismo blog: https://educarconsentido.com/?s=c%C3%B3mo+hablamos+a+nuestros+hijos

El segundo factor que influye en la autoestima es la valoración que hacemos de nuestras capacidades y habilidades. Este extremo tiende a ser más objetivo y más fácilmente evaluable. De manera inconsciente los padres lo sabemos, y por eso, mientras son pequeños, hasta los cinco o seis años, nos pasamos el día diciéndoles lo guapos qué son, lo bien que pintan (háganlo como lo hagan), lo bien que bailan (una de las primeras mentiras), lo bien saltan, lo bien que … viven!

«¡Mamá mira!, ¡Mamá mira!, ¡Mamá mira!». Todo para que veamos como salta con los dos pies, dos centímetros hacia el frente y nos deshagamos en halagos. Fenomenal. Es lo que toca.

¡Pero amigo!, cumple los cinco o los seis y empieza lo duro:

«Esa letra está horrible, bórrala».

«Deja el patinete, que siempre te caes».

«Deja a tu hermano, que tu eres pequeño y no lo sabes hacer».

Y si no somos los padres, ya se encargarán los hermanos y/o algún compañero malencarado, de resaltar sus límites.

Y es que no podemos mantener la mentira mucho tiempo. «Mira hijo, bailas fatal, lo de pintar, mejor que lo dejes,  y saltar, pues saltas como cualquier otro, no tiene ningún mérito. Además ya tienes 17 años y va siendo hora de que aprendas a hacer algo de provecho».

¡Pues claro!. No podemos ir mintiendo eternamente a nuestros hijos, por eso es tan importante facilitarles que encuentren algo que realmente hagan bien. Esto no significa que les llevemos a la cancha de tenis sólo si muestran una habilidad como la de Rafa Nadal,  o que hagan gimnasia para alcanzar el nivel de Nadia Comaneci. Lo que quiero decir es que deben hacer algo que les divierta – más allá de jugar a las casitas, o con la tablet – tienen que disfrutar haciendo algo, pintando, jugando al fútbol, o lo que sea, ya que si disfrutan es por que lo hacen con el suficiente nivel de destreza como para decir: «¡A mí se me da bien el _________!». Deben poder decírselo ellos mismos, no mamá o papá. A partir de los seis años ya saben que papá y mamá mienten, que nos gusta agradarles.

Por este motivo es tan importante encontrar una actividad que realmente disfruten.

Los dos ingredientes juntos: hablarles adecuadamente y fomentar una actividad que disfruten, serán las mejores herramientas para ayudarles a desarrollar una buena autoestima.

Esta entrada fue publicada en Educación, Familia, Relación padres - hijos. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a La autoestima en los niños

  1. Mariel dijo:

    Efectivamente, la autoestima se deriva del sentimiento de autoeficacia, el niño o la niña tiene que «encontrar» en que es es bueno, en que siente que lo hace bien, y hay que tener en cuenta que tenemso muchas autoestimas, autoestima escolar, autoestima social, en deportes, etc…
    Comparto con el autor que llegado a una edad la familia ya no es la principial fuente para la construccion del autoconcepto, es su entorno social el que pasa a ocupar mas importancia y el que se convertira en su referente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s