Efectos de la televisión en los niños

Es verano. Los niños tienen muchas horas de tiempo libre. Deberían estar disfrutando a tope y sin embargo, si les dejamos, nos damos cuenta de que pasarían la mayor parte del tiempo frente al televisor. Los hay que se olvidarían de desayunar si no les dijéramos que  apaguen la tele. Y después de comer, para hacer la digestión, otro poquito de tele, y al volver de la piscina, antes de ir a dormir, más tele.

¿Qué tiene la tele que no tengan los juguetes, los juegos, los libros, la bici, etc.?. ¿Tiene algún poder oculto?. Si, lo tiene. Para poder entender un poquito, superficialmente, cómo actúa la caja tonta en el cerebro de nuestros hijos explicaremos cómo está organizado este maravilloso órgano.

Siempre me gusta recordar que el cerebro es la estructura más compleja conocida por el ser humano. Es más compleja incluso que el universo ya que a los miles de neuronas que lo forman, debemos añadir los miles de conexiones que cada neurona establece con otras neuronas, por tanto llegar a conocerlo por completo será algo que quizás nunca logremos.

Lo que hoy sabemos es que la parte “pensante” del cerebro es lo que denominamos la neocorteza y, muy particularmente, la neocorteza prefrontal. Es una capa de neuronas altamente especializadas, que tiene aproximadamente tres milímetros de grosor y que está en la parte más externa del encéfalo, la parte visible. Esta zona del cerebro es la última en terminar de madurar (entre los 21 y los 24 años). Como en todo nuestro sistema nervioso, la corteza prefrontal establece un altísimo número de conexiones con el resto del cerebro. De esta manera recibe la información del exterior y, una vez procesada en las denominadas áreas asociativas del cerebro, emite la respuesta que hemos considerado más adecuada.

Pues bien, cuando vemos la televisión lo que ocurre es que “desconectamos” la neocorteza cerebral del resto del encéfalo. Naturalmente es una forma de explicarnos, no cortamos la comunicación completamente, pero sí disminuimos el intercambio de información con entre determinadas partes del cerebro. Desconectamos la parte pensante del cerebro del resto. No pensamos, tan solo recibimos y almacenamos información con un procesamiento básico.

Existen estudios recientes que demuestran que cuando una persona lleva más de diez minutos viendo la televisión, independientemente del tipo de programa que esté viendo, el ritmo de descarga de sus neuronas, que se mide con un electroencefalograma, entra en lo que se denomina “ondas theta”, que son las que caracterizan a nuestro cerebro en estado hipnótico.

Seguros de que en alguna ocasión ha pensado “estoy tan cansado, que lo único que puedo hacer es ponerme delante de la televisión ‘y desconectar´”. Ha utilizado la palabra correcta. Desconectar su parte pensante del resto del cerebro. Del resto del cuerpo. ¡Y funciona!

Así que cuando nuestros hijos están delante de la televisión más de diez minutos les hemos situado en un estado semi-hipnótico. Están paralizados (muchos niños sólo se quedan quietos delante de la televisión). Efectivamente, “no dan ninguna guerra”. Pero durante ese tiempo hemos creado un cortocircuito entre su corteza prefrontal, su parte pensante, y el resto de su cerebro.

¿Han tenido la experiencia de llamar a alguno de sus hijos mientras están viendo la tele y darse cuenta de que no procesa ningún sonido que no salga de la televisión? Está hipnotizado.

Y cuando queremos volver a conectar todo el sistema a menudo nos enfrentamos con consecuencias muy desagradables. Pretendemos que pasen de un ritmo de ondas theta a un ritmo de ondas alfa, el que caracteriza al cerebro en situación de alerta y atención, con sólo apretar un botón del mando a distancia, en milésimas de segundo. Naturalmente eso no es posible.

A veces el niño simplemente se queda tirado en el sofá, como si hubiéramos drenado por completo su energía. Otras entra en un estado de absoluta irritación, grita, llora, patalea, porque su cerebro quiere mantener ese estado semicomatoso, que le resulta tan descansado. En ciertos casos, al apagar la televisión el niño sale a toda velocidad y comienza una actividad frenética, como un potro desbocado después de haberle tenido atado durante horas. En cierto modo es lo que hemos hecho. Les hemos tenido neuroelectricamente atados.

Les contaré una anécdota que me ocurrió hace tan solo dos semanas. Revisaba a una paciente, una niña de una pequeña ciudad que me traía el siguiente nota de su profesora: «En referencia a la evolución de María durante este curso comentarte que su comportamiento en el primer trimestre era mejorable; en el segundo trimestre empeoró notablemente, tanto que el colegio había decidido tener un registro de las discusiones y conflictos por parte de María. Este comportamiento y actitud ocasionó que sus notas bajaran, siendo María una alumna de un nivel académico muy bueno. Pero durante el tercer trimestre he notado una mejoría en su comportamiento y actitud, no se han dado conflictos por su parte y la he visto más centrada». Los padres corroboraron esta apreciación de la profesora al cien por cien.

La única medida terapéutica que tomé a principios de abril fue retirar las tres televisiones que había en su casa. María estaba acostumbrada a ver la televisión alrededor de hora y media DIARIA. No había otra forma de que «controlaran» cuanta televisión veían en esa casa. Fuera televisión. Fue una medida que escoció, no solo a María, también a su padre, pero la cumplieron y a la vista están los resultados.

No es necesario ELIMINAR las televisiones de casa (aunque tampoco pasa nada por hacerlo). Una magnífica alternativa es sencillamente desconectarlas de la antena y utilizar el aparato únicamente como monitor conectado al DVD, de tal forma que todo lo que vemos es realmente lo que deseamos. ¡Y sin anuncios!.

Recuerdo que hace muchos años, era yo adolescente, vi un programa, precisamente en la televisión, en el que discutían sobre sus bondades y sus perjuicios. Habían invitado a un filósofo, me perdonan si, por mi edad, no prestara atención a su nombre, que explicó perfectamente el motivo para no tener televisión: «me quita mucho más de lo que me da».

A nuestros hijos sin duda la televisión les roba tiempo de juego, de lectura, de escritura, de actividad física, les quita imaginación. Creo que les quita vida.

Bueno, quizás no haya que ponerse tan dramático. Tan sólo un pequeño consejo: recuerden que es mucho más fácil no encenderla que apagarla.

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3 respuestas a Efectos de la televisión en los niños

  1. Mencía dijo:

    Cada vez que leo «Cuatro buenas razones para eliminar la televisión», de Jerry Mander, me tiro una semana sin verla y, además, alento a mis hijos a hacer lo mismo soltándoles unos sermones que, evidentemente, no entienden..
    Creo que, como todo, hay que buscar un término medio que, por supuesto, es lo más difícil… El secreto está, tanto para los niños como para los adultos, en encender la televisión para ver algo en concreto y apagarla cuando haya terminado o, como dice Nacho, para ver algo en DVD..
    Creo que, con que consigamos hacer eso la mayoría de las veces, estamos «salvados»..!

  2. Alejandro dijo:

    Me ha encantado este artículo, pero me surgido una duda al respecto ya desde que comencé a leerlo, y que llega a su culmen con la frase «monitor conectado al DVD, de tal forma que todo lo que vemos es realmente lo que deseamos», pero también con «independientemente del tipo de programa que esté viendo, el ritmo de descarga de sus neuronas (…) caracterizan a nuestro cerebro en estado hipnótico».
    Entonces, si ahora yo veo una película, por ejemplo un thriller psicológico, en el que tengo que unir los fragmentos de dicha película, y además tengo que estar atento a todo detalle que pueda percibir; ¿Estoy en ese estado hipnótico? ¿Y si es una película que me interesa y a la cual estoy atento? Y para finalizar, ¿Ayuda este estado hipnótico a quedarnos dormido? ¿Justifica esto que muchas veces nos quedemos dormido más rápido si encendemos la tele que si intentamos dormir directamente?

    • Hola Alejandro, gracias por seguir educarconsentido y por tu pregunta. Al parecer el estado hipnótico se produce incluso cuando el programa es un debate que nos está motivando intelectualmente. Así que, sí, incluso en una película de suspense que nos mantiene en tensión, nuestra corteza prefrontal tiende a desconectar del resto del encéfalo. Con respecto a la última pregunta sólo te puedo dar una respuesta intuitivamente afirmativa, ya que no tengo datos, aunque también hay personas que la TV les mantiene despiertos. Un abrazo, Nacho Calderón.

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