Hijos felices

Ser padre es vivir constantemente en la esperanza. Deseamos que nuestros hijos sean … y, a la vez, esperamos mucho de ellos. Deseamos y esperamos lo mejor.

Muchos esperan que sus hijos lleguen a ser felices. Hace más de 20 años que Nico Frijda, psicólogo holandés que dedicó su vida al estudio de las emociones me hizo desistir, a través de sus artículos, de buscar la felicidad. Desde que leí sus leyes de la emoción llegué a la conclusión que aspirar a la felicidad equivale a comprar lotería y conformarse con el reintegro.

Pero como a cualquier padre a mi también me gustaría que mis hijos tuvieran muchos momentos de felicidad, aunque tengo claro que cuanto más mayores se hacen, menos depende de mi y más les compete a ellos solitos. En cualquier caso deseo que crezcan en la fortaleza ya que cuando lleguen los momentos duros, que esos sí todos sabemos que les van a llegar, me gustaría que los afrontaran sin desesperarse y con reciedumbre.

Sin embargo sé muy bien qué me gustaría que fueran mis hijos. Me gustaría que llegaran a ser honestos.

Vivimos en un mal momento para la decencia. Hoy todos conocemos el nombre de la amante del Rey. La infanta Cristina es socia de una empresa que al parecer ha defraudado varios millones de euros. Hablar de honestidad en los partidos políticos y en los sindicatos sólo puede hacerse de manera completamente irónica y sarcástica, etc.

Pero no hace falta apuntar tan alto. Cuando vas a un restaurante hay que revisar la cuenta para que no te la metan doblada, al ir al supermercado hay que asegurarse que han aplicado los descuentos correspondientes y, recíprocamente, quién más quien menos cuenta la anécdota de cuando se largó de un garito sin pagar y cualquier tienda debe dedicar una importante partida a medidas de seguridad, cámaras, y sistemas antirrobo porque de lo contrario se exponen a «donar» a la clientela más de lo que puedan asumir.

Hoy en día se hace extraño hablar de adulterio, hemos preferido acogernos al subterfugio «infidelidad» y de «terceras personas», como si eso restara gravedad al asunto.

Y pensando en nuestros hijos, ¿cómo serían considerados si, pudiendo, no soplan las respuestas del examen a un compañero en apuros – por no haber estudiado lo suficiente?. ¿Alguien cree que copiar en los exámenes es absolutamente inmoral?

Tuve el privilegio de realizar mi bachillerato en Estados Unidos, donde los exámenes los hacíamos sin la presencia del profesor, ya que si a cualquiera de los alumnos se le hubiera ocurrido intentar copiar, hubiera sido denunciado por el resto de los alumnos por competencia desleal. Copiar en un examen implicaba suspender la asignatura completa, no sólo el examen.

En Estados Unidos presentar un trabajo en la universidad sin aportar todas las citas es considerado plagio; aquí, ¿quién no conoce «el rincón del vago»?. Cada vez que recomiendo uno de los mejores libros de desarrollo infantil que hay en la actualidad en el mercado tengo que aclarar que la mitad de lo que dice está fusilado de otros autores y las citas simplemente brillan por su ausencia, pero como aquí nadie habla inglés, por mucho que hayan tenido clase durante 15 años o más en sus colegios, no pueden acudir a las fuentes originales.

¿Cómo conseguir que puedan llegar a ser honestos? Lógicamente la única herramienta que tenemos los padres en este sentido es el ejemplo.

Si al entrar en un parque temático insistimos vehementemente a nuestro adolescente que diga que tiene 12 años con el único fin de ahorramos 19 euritos, ya sabemos el punto de corte de nuestra honestidad. Si por 19 euros es lícito mentir, ¿cómo no hacerlo por un aprobado?.

Quiero que mis hijos sean honestos. No sé si lo conseguiré, y tampoco sé si serán más «felices» por serlo. Pero estoy convencido de que si no son honestos – en lo mucho y en lo poco -, podrán hacer infelices a muchos a su alrededor.

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7 respuestas a Hijos felices

  1. Derlinda Díez Moreno dijo:

    Estoy totalmente de acuerdo,… en cada tutoría ó charla con los padres en mi pequeña aula, cuando me preguntan cómo hacer para que sus hijos hagan y/ó sean esto o aquello,…siempre les digo que obren con el ejemplo, con el ejemplo honesto,… es lo que de verdad les llega al corazón a nuestros hijos y alumnos.

  2. maricarmen dijo:

    yo tambien quiero que mis hijos sean honestos y efectivamente el ejemplo en los padres hacen que ellos lo sean.

  3. miriam dijo:

    cuánta razón! y con qué rapidez se nos olvida (y me incluyo) el dar ejemplo…

  4. Susana dijo:

    Siempre les digo que lo importante es que sean buenas personas. Un beso.

  5. AngelaalegnA dijo:

    Por mi parte decir, que mi gran deseo es que mi hijo sea una buena persona, con todo lo que eso implica «honestidad» también por supuesto. En mi caso…no renuncio a la felicidad, ni a la mía ni a la de mi hijo, no comparto que sea jugar a la lotería porque se puede ser feliz todos los días, yo lo soy. Buena suerte con todos tus objetivos 🙂

  6. Rafael Diez Peche dijo:

    He leído tarde el artículo. Por eso te escribo tarde. Totalmente de acuerdo. Creo que la honestidad y la honradez traen la felicidad en muchos aspectos de la vida, aunque esta felicidad no sea inmediata.
    Un abrazo,
    Rafa Diez Peche

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