Leroy Merlin, según aparece en Wikipedia (por no irme más lejos), es “una multinacional francesa especializada en bricolaje, construcción, decoración y jardinería”.
En esta época del año, hace ya días, tiene a la venta su decoración de Navidad y puedes encontrar de todo. Bueno no, de todo no. Puedes encontrar todo menos al Niño Jesús, a la Virgen María, o a San José.
Ni un Belén, ni un pequeño misterio, ni nada que se le parezca.
Absolutamente ni un solo elemento PROPIO de la Navidad. Me refiero a aquello que esta en la raíz y causa de la Navidad, no a los advenedizos Papá Noel, los renos o los dichosos elfos, que de esos hay de todas las formas, tamaños y colores. (Y mucho “Merry Christmas”, que a ver quién es el guapo que encuentra algún “Feliz Navidad” por la tienda)
Sí, venden tres Reyes Magos, ideales debo decir, pero sin nadie a quien puedan adorar.
Me resultó tan extraño cuando busqué y busqué en su tienda “Compact Alcobendas”, que pensé que podía deberse a ser considerada una tienda (supuestamente) pequeña, así que me tomé la molestia de ir a la tienda que tienen en San Sebastián de los Reyes y lo mismo. Ni rastro del niño Jesús.
Curiosamente en su página web si se encuentran misterios y elementos propios de la Navidad, aunque he contado que de todos los que ofertan solo 7 son vendidos por Leroy Merlin, el resto los venden otras marcas, principalmente Decorspace.
Lo que puedo afirmar es que en las dos tiendas que visité no había ni un solo misterio, ni un solo Belén. Ni uno.
Es algo tan evidente que no puede ser casual, alguien debe haber tomado la decisión de que no se expongan / vendan Belenes o misterios en estas tiendas.
Y puede pasar como anecdótico o … “¿qué más da, no?”, pero me parece que es muy significativo.
Nos están robando la Navidad a los cristianos (que en España somos mayoritariamente católicos), y nos estamos quedando impasibles, como si no tuviera ninguna importancia.
Bien es cierto que no es nada nuevo, así ha sido desde el principio: “Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron” (Juan, 1, 11) – según la traducción de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española, en otras traducciones puede leerse “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”.
Pero también es cierto que podría argumentarse que entonces el posadero que no acogió a aquel matrimonio, con aquella jovencísima esposa embarazada, no sabía que quien iba a nacer era el Mesías.
Hoy sabemos que la Navidad es la celebración del nacimiento de Jesucristo, y por tanto no es que no le hayan recibido, es que ¡le han echado de su propia celebración!
Y creo que si los católicos permanecemos indiferentes es porque nosotros mismos le hemos expulsado, quizá no de nuestra decoración navideña, pero sí de nuestro corazón.
Si le lleváramos en el corazón, creo que sería imposible que no nos doliera.
Y quizá a muchos nos duele, pero dolerse y no quejarse en este caso no es fortaleza, es tibieza (y ya sabemos cómo acabarán – o acabaremos – los tibios)
Celebrar la Navidad sin el nacimiento del Niño Jesús (por cierto ambos conceptos juntos no es más que una reiteración) es algo ya tradicional. Podemos decir que comienza en 1843, cuando Charles Dickens publica su famosísimo “A Christmas Carol”, un precioso cuento de conversión personal que ocurre a lo largo de una noche de Navidad y en la que el nacimiento del Niño Dios está completamente ausente. Ebenezer Scrooge no se transforma en buena persona por haber descubierto que Jesús nació por él, ni que murió para salvarle, sino por unos (puñeteros) fantasmas que no le dejan dormir en toda la noche.
Probablemente es la ausencia de cualquier referencia a la causa de la Navidad lo que ha permitido que se haga tan popular y que haya tantísimas versiones, incluyendo Mickey Mouse, Barbie, o los Teleñecos (The Muppets), y debo admitir que esta última me pareció particularmente divertida.
Por cierto, la última película basada en este cuento y su autor, estrenada en el 2017 se llama “El hombre que inventó la Navidad”. Ahí es nada. Ahora resulta que la Navidad es un invento de Charles Dickens, aunque a decir verdad, tal y como se vive hoy, puede que esté más cerca de ser una ficción que de su origen.
¿Por qué se empeñan en hacer desaparecer qué es la Navidad?, evidentemente es un rechazo a Dios, pero en concreto, la negativa a reconocer que la Navidad es sinónimo del nacimiento de Jesús, está en mismísima base del hecho. Lo encontramos en Lucas, 2, 11: “hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor”.
La mayor parte de los “no creyentes”, ya sean agnósticos o ateos (aunque, como Dostoievski, creo que no existen los ateos: «El hombre no puede vivir sin arrodillarse. Si rechaza a Dios, se arrodilla ante un ídolo. No hay ateos, sino idólatras»), no soportan la idea de necesitar ser salvados, por eso rechazan que Dios Niño viniera al mundo por ellos y mucho menos que su muerte les salvara de nada.
Dicen que ocultar los signos del cristianismo es lo políticamente correcto. Que es una cuestión política es evidente, pero en absoluto es lo correcto. Mientras sigamos tragándonos esa milonga de lo correcto … “lo correcto” ¿según quién?, según la mayoría no, desde luego. La mayoría de los españoles seguimos declarándonos cristianos, e incluso los que no lo son llegadas estas fechas celebran, quiéranlo o no, el Nacimiento de Cristo (también llamado Navidad)
¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?, me reitero, por la tibieza. Nos han robado la Navidad y nosotros nos hemos dejado.
Por lo que a mí respecta, he puesto una queja a través de la página web de Leroy Merlin. Asumo que no tendrá ninguna eficacia, pero al menos puedo decir que no me he quedado impasible ante el robo.
P.D. ¿Y las tiendas de los chinos?, esos sí que no son cristianos, y dudo mucho que celebren nada el 25 de diciembre, pero se pasan lo «políticamente» por el forro y se hinchan a vender Belenes. Bien por ellos.




